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LA CRÍTICA DEL PERSONALISMO ENDANILO CASTELLANOJosé Miguel Gambra1. IntroducciónDentro del trabajo extraordinariamente fecundo deDanilo Castellano tiene especial importancia su análisis crítico de la modernidad jurídica, política y religiosa. La equivocidad de las palabras, siempre ha sido un recurso muysocorrido para introducir en la mentalidad común doctrinasajenas a lo que en principio sugerían los términos. La maneraobvia de contrarrestar esta forma de engaño, universalmente usado por los sofistas, consiste en distinguir explícitamente la diversidad de significados que tienen los términos yevitar así la deriva doctrinal que se produce a costa de laspalabras. Pero la cosa es, en realidad, más complicada: comodestacó Rafael Gambra (1), las palabras no sólo tienen unsignificado, sino un factor mítico o mágico que tiñe positivao negativamente tanto al vocablo mismo como a su significado y que posiblemente tiene más fuerza y es mucho más«pegajoso» que el mero cambio de significación. Castellanodedica muchas de sus páginas a exponer el sentido de términos como democracia, legitimidad, libertad, poder o soberanía, talcomo son usados por juristas, teóricos de la política y eclesiásticos dominantes en la actualidad, y a distinguirlos delsentido que tenían en el pensamiento clásico. Esto le permite, luego, sacar a la luz los presupuestos teóricos en que sefundan esas transformaciones semánticas y mostrar la finalidad perseguida por quienes han introducido el nuevo término o el nuevo significado y los han rodeado del halosentimental que les acompaña y eleva su valor.La palabra «persona» es probablemente una de las quehan acumulado en torno a sí mayor número de ) Rafael GAMBRA, El lenguaje y los mitos, Madrid, Speiro, 1983, pág. 103.Verbo, núm. 537-538 , 751-773.Fundación Speiro751
JOSÉ MIGUEL GAMBRAafectivas y, también, una de las que han ejercido una influencia más decisiva en la configuración mental del catolicismo eclesial. La mención de la persona humana, de sulibertad, de sus derechos, de su dignidad, en cualquier discurso o sermón, se ha convertido, para el católico y especialmente para los eclesiásticos, en algo tan obligado como, enotro tiempo, lo fuera mencionar a las personas divinas encualquier oración. Bajo ese desmedido encumbramientodel término se oculta el engaño que ha motivado la investigación de Castellano en torno a ese término y en torno a laescuela, el personalismo, que lo ha tomado por bandera.Castellano, en efecto, asevera, de una manera que no puedeser más categórica, la inversión doctrinal que ha acompañado a la nueva dimensión adquirida hoy por ese vocablo:«Bajo el término de persona, propio de la cultura católica,se esconden los peores absurdos reivindicados como derechos por el nihilismo occidental contemporáneo» (2).El término es de raigambre cristiana, como de todos esconocido. Fue en la teología de los Padres de la Iglesiadonde perdió su significado primitivo de máscara para aplicarse a las personas de la Santísima Trinidad. Boecio dio unadefinición famosa que, como dice Castellano, no ha sidosuperada hasta ahora, la cual fue pulida y perfeccionada porlos comentarios de Santo Tomás. Pero no es cosa de detenerse en la historia del término y de su frecuente uso entrelos filósofos, teólogos y juristas a los largo de los siglos. Lainvestigación de Castellano no tiene pretensiones meramente históricas; su designio principal consiste en demostrarque la escuela, o corriente intelectual, llamada «personalismo» es por completo ajena al cristianismo y a la filosofía clásica, a pesar de haberse enquistado en su seno. Confrecuencia, como destaca el propio Castellano, se ha dicho,y se ha creído incluso de buena fe, que el personalismo y lanoción moderna de persona no son sino prolongacionesadecuadas al tiempo presente del tomismo, o de la filosofíaperenne. Maritain, desde luego, se propuso fundar en la––––––––––––(2) Bernard DUMONT, «Le personnalisme erratique. Un entretienavec Danilo Castellano», Catholica (París), núm. 97 , pág. 66.752Verbo, núm. 537-538 , 751-773.Fundación Speiro
LA CRÍTICA DEL PERSONALISMO EN DANILO CASTELLANOobra de Santo Tomás su noción de persona y luego toda sudoctrina del humanismo integral que, si no es un personalismo en sentido estricto, sí lo es en sentido laxo. Y consiguientemente, entre los miembros de la Asamblea Constituyenteitaliana, como La Pira (3) y entre los tratadistas que la hanestudiado, como Ferri y Perlingieri (4), se ha mantenido queel personalismo tenía una raigambre tomista o neotomista,de modo que, según ellos, la filosofía clásica tuvo un granpeso a la hora de redactar esa Constitución, muchas vecescalificada de personalista.A lo largo de estas páginas trataré de exponer el hiloargumental que, a mi juicio, preside el discurso de Castellano sobre el personalismo. Su designio consiste básicamente en mostrar que esa corriente es digna secuela de lamodernidad y no de la filosofía clásica, o perenne, en ninguna de sus dimensiones. A ese fin, es obligado distinguir esasdos concepciones del mundo y de la política y, a través de suexposición, hacer patente su completa incompatibilidad.2. La modernidadLa modernidad tiene, a ojos de Castellano, una unidadde múltiples especificaciones, que no rompen su univocidadgenérica (5). Su esencia viene dada por el subjetivismo, quese plasma analógicamente de manera diferente en las distintas vertientes del ser humano: «La modernidad, entendidaaxiológicamente, es sinónimo de subjetivismo: de palabraexalta al sujeto, aunque en realidad lo destruye. Decir quemodernidad y subjetivismo son la misma cosa significa considerar que a) teoréticamente se pretende hacer del pensamiento el fundamento del ser; b) gnoseológicamente se––––––––––––(3) Danilo CASTELLANO, L’ordine politico-giuridico «modulare» del personalismo contemporaneo, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, , pág. 131(4) Ibid., pág. 27(5) «La modernidad no es divisible. Constituye una realidad única»(de una única esencia). Danilo CASTELLANO, «¿Es divisible la modernidad?», en Bernard Dumont, Miguel Ayuso y Danilo Castellano (eds.),Iglesia y política, Madrid, Itinerarios, , pág. 253.Verbo, núm. 537-538 , 751-773.Fundación Speiro753
JOSÉ MIGUEL GAMBRAcree poder erigir la ciencia (entendida al modo positivista)como único método de conocimiento (en realidad pretende constituirse en dominio de una naturaleza que a menudo ignora); c) éticamente se identifica la moral con lacostumbre (fruto de las opciones «compartidas») o, en algunos casos y opuestamente, con la decisión personal; d) políticamente se reivindica el poder de crear el orden político(que, por esto, se limita a sólo orden público); e) jurídicamente se sostiene que la justicia es la decisión (efectiva) delmás fuerte» (6).Este texto, que incluye virtual y ordenadamente todoslos elementos constitutivos –según Castellano– de la nociónde modernidad, merece un breve comentario. La vía delsubjetivismo moderno, abierta desde la duda metódica cartesiana, que niega a las facultades cognoscitivas del hombreel acceso inmediato a los seres, pone como principio lainmanencia del sujeto. Sujeto que, por decirlo así, queda, enprimera instancia, encerrado en sí mismo, con sus ideas, susfenómenos o representaciones. Este subjetivismo, tambiénllamado inmanentismo o idealismo (en uno de los sentidosde la palabra), no supone de suyo que, de manera mediata,la razón no pueda llegar a conocer el mundo externo (7);pero, como señaló Gilson, sí «obliga a proceder del pensamiento al ser, e incluso a definir siempre el ser en términosde pensamiento» (8). Los conceptos de las cosas se transforman así en ideas, que se convierten en modelos de los cuales el idealismo no se conforma «con decir que lo real debeajustarse a ellos, sino que ellos mismos son lo real» (9).––––––––––––(6) Ibid., pág. 228(7) Entre los sistemas indirectamente realistas, en este sentido, secuenta el del propio Descartes. Locke, que es idealista en el mismo sentido originario que Descartes, pues declara que el objeto de nuestro conocimiento son las ideas, deja en una incoherente indeterminación sifinalmente se puede conocer la existencia de las cosas o no. En todo caso,cuando destaca que no se pueden conocer las esencias reales, sino sólo lasesencias nominales, rechaza categóricamente que se puedan conocer lasesencias de las cosas y convierte nuestros conceptos en fruto convencional de la comunidad lingüística.(8) Etienne GILSON, El realismo metódico, Madrid, Rialp, 1952, pág. 112.(9) Ibid., pág. 113.754Verbo, núm. 537-538 , 751-773.Fundación Speiro
LA CRÍTICA DEL PERSONALISMO EN DANILO CASTELLANOCastellano viene a decir eso mismo, cuando pone entre lasprimeras notas de la modernidad su pretensión teorética de«hacer del pensamiento el fundamento del ser».De semejante presupuesto se sigue, como destacaCastellano, la necesidad de que la ciencia se convierta enmétodo matematizado que se reduce a establecer proporciones cuantitativas entre fenómenos, en orden a predeciracontecimientos y a dominar prácticamente la naturaleza,sin pretensión alguna de conocer su esencia. Y, en el ordende la acción, se sigue el voluntarismo, pues el hombre, privado del conocimiento de la esencia del sujeto y de las cosasexteriores a él, carece de criterios, o de normas, y no puedesino seguir los dictados de su voluntad. De esta manera lalibertad del hombre viene a concebirse en la modernidadcomo autodeterminación absoluta de la voluntad (10), sincriterio alguno, es decir como lo que Castellano llama libertad negativa, esto es, como «aquella libertad que para ser talde ser ejercitada con el solo criterio de la libertad, es decirsin criterio alguno» (11).De esta manera, la voluntad «se considera soberana, portanto señora en cualquier orden, que –según la modernidad– es siempre y sólo producto de la voluntad individualy/o colectiva» (12). De ahí lo que dice en el texto quecomentamos sobre el orden ético: la obligación se identificacon la fidelidad a sí mismo en la decisión que toma el individuo o la comunidad. A su vez, la política, entendida a lamoderna, se convierte en ejercicio de soberanía que reivindica «el derecho de ordenar el mundo según los dictámenesde la razón humana», de modo que «está obligada a identificar la racionalidad con el “cálculo”, la libertad con la licencia, la verdad con la opinión, la moral con la legalidad, elderecho con la efectividad» (13). Lo cual, en otras palabras––––––––––––(10) Danilo CASTELLANO, «¿Es divisible la modernidad?», loc. cit., págs.339-340.(11) Danilo CASTELLANO, «Libertad y derecho natural», en MiguelAyuso (ed.), Cuestiones fundamentales de derecho natural. Actas de las III Jornadas Hispánicas de Derecho Natural, Madrid, Marcial Pons, , pág. 24.(12) Danilo CASTELLANO, «¿Es divisible la modernidad?», loc. cit., pág. 242.(13) Danilo CASTELLANO, La naturaleza de la política, Barcelona, Scire,pág. 59.Verbo, núm. 537-538 , 751-773.Fundación Speiro755
JOSÉ MIGUEL GAMBRAviene a significar que, en el ámbito de la acción política, larazón se ve dominada por las operaciones que ejerce lavoluntad deliberativa desconectada de la realidad y de la verdad (14).En fin, la afirmación (e), según la cual la justicia se identifica con la decisión efectiva del más fuerte, se comprendea la luz de la soberanía del Estado moderno, que se caracteriza por el contractualismo (15): «El contractualismo “político” parte del presupuesto de que la voluntad humana nopuede nunca ser injusta; y, con la teoría de la soberanía (seadel Estado o del pueblo), establece la identidad entre lolegal y lo legítimo, afirmando, coherente pero absurdamente, constituir el criterio del bien y del mal, de lo justo y de loinjusto, a través del ordenamiento jurídico positivo, cuyofundamento, en último análisis, es el poder, la fuerza bruta;de hecho, al disfrutar el Estado de un poder mayor que elde los individuos, transforma en derecho su propia voluntad; la voluntad del Estado se convierte en ley por el simplehecho de presentarse con el carácter de la efectividad. Portanto, derecho y poder serían la misma cosa» (16).3. Las dos modernidadesLa sociedad es realmente «una complejidad concretacuyos elementos se sostienen mutuamente», tal como denuevo señala Gilson, «de manera que igual puede decirseque en la sociedad no hay nada que no provenga de los indi––––––––––––(14) «El pensamiento político moderno, al contrario, es elaboraciónracionalista. Con un término más cargado de significado debería decirsegnóstico. No se preocupa de “conocer” lo que es (en el sector político, lanaturaleza y el fin de la comunidad), sino que pretende construir, incluso crear de la nada la sociedad, atribuyéndole un fin convencional absolutamente dependiente de la voluntad de los asociados [ ]. Elvoluntarismo político tiene al consentimiento como condición primera eirrenunciable. No es el consentimiento intelectual, sino el consentimiento como acto de la pura voluntad». Véase Danilo CASTELLANO, «De lademocracia y de la democracia cristiana», Verbo (Madrid), núm. 529-530, págs. 802-803.(15) Danilo CASTELLANO, La naturaleza de la política, cit., pág. 56 n.(16) Ibid., págs. 26-27.756Verbo, núm. 537-538 , 751-773.Fundación Speiro
LA CRÍTICA DEL PERSONALISMO EN DANILO CASTELLANOviduos y que en el individuo no hay nada que no le venga dela sociedad» (17). Desde la perspectiva subjetivista de lamodernidad, que descompone la realidad en ideas por lasque se define la realidad, «el individuo se tornaría una cosaen sí; el Estado, otra, y se plantea de nuevo un problemasimilar al de la comunicación de las substancias, tan insoluble como él» (18). En el terreno jurídico y político que aquíinteresa, eso se plasma, según Castellano, en dos formas demodernidad que difieren según se inclinen a reconocercomo sujetos sólo lo público (el Estado) o sólo el sujeto privado (el individuo o persona).El primer caso es el de la modernidad fuerte, representada por